La Lechera

Llevaba en la cabeza una lechera el cántaro al mercado,
con aquella presteza, aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte: ¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía más compañía que su pensamiento,
que alegre le ofrecía inocentes ideas de contento.


Marchaba sola la feliz lechera, y decía entre sí de esta manera:
"Esta leche vendida, en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío merodeen cantando el pío, pío"
"Del importe logrado de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado, berza, castaña engordará sin tino;
tanto que puede ser que yo consiga ver como se le arrastra la barriga"

"Lo llevaré al mercado: sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña, hasta el monte cercano a la cabaña".
Con este pensamiento enajenada, brinca de manera
que a su salto violento el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero, huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.


¡Oh loca fantasía!, ¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría; no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza, quiebre tu cantarilla la esperanza.
No seas ambiciosa de mejor o más próspera fortuna;
que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna.

* * *

No anheles impaciente el bien futuro:
mira que ni el presente está seguro...

 

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