Sant Jordi .

Un libro, una rosa...¡Felicidades, para tí!

"Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura"...

Oda a la rosa, de Sor Juana Inés de la Cruz.

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  Este día se considera en Barcelona, el día de los enamorados,

la amada regala un libro y él le regala una rosa.

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Leyenda de San Jorge y el dragón.

Sant Jordi.

   En cierta ocasión llegó San Jorge a una ciudad llamada Silca, en la provincia de Libia. Cerca de la población había un lago tan grande que parecía un mar donde se ocultaba un dragón de tal fiereza y tan descomunal tamaño, que tenía atemorizadas a las gentes de la comarca, pues cuantas veces intentaron capturarlo tuvieron que huir despavoridas a pesar de que iban fuertemente armadas

    Los habitantes de Silca arrojaban al lago cada día dos ovejas para que el dragón comiese y los dejase tranquilos, porque si le faltaba el alimento iba en busca de él hasta la misma muralla.

    Al cabo de cierto tiempo los moradores de la región se quedaron sin ovejas o con un número muy escaso de ellas, y celebraron una reunión y en ella acordaron arrojar cada día al agua, para comida de la bestia, una sola oveja y a una persona, y que la designación de ésta se hiciera diariamente, mediante sorteo, sin excluir de él a nadie.

    Un día, al hacer el sorteo de la víctima, la suerte recayó en la hija única del rey. Entonces éste, profundamente afligido, propuso a sus súbditos:

    Os doy todo mi oro y toda mi plata y hasta la mitad de mi reino si hacéis una excepción con mi hija.

     La doncella, se postró ante su padre , le rogó que la bendijera antes de emprender aquel funesto viaje. Vertiendo torrentes de lágrimas, el rey la bendijo, la joven salió de la ciudad y se dirigió hacia el lago.

     Cuando llorando caminaba a cumplir su destino, san Jorge se encontró casualmente con ella y al verla tan afligida, le preguntó la causa de que derramara tan copiosas lágrimas.

     ¡No te detengas! Sube a tu caballo y huye a toda prisa, porque sino también a tí te alcanzará la muerte que a mí me aguarda.

     Cuéntame lo que te pasa y dime qué hace allí aquel grupo de gente que parece estar asistiendo a algún espectáculo.

     Pero, ¿es que deseas morir conmigo? ¡Hazme caso y huye cuanto antes!

    San Jorge dijo: No me moveré de aquí hasta que no me hayas contado lo que

te sucede.

     La muchacha le explicó su caso, y cuando terminó su relato, Jorge le dijo: ¡No tengas miedo! En el nombre de Cristo yo te ayudaré.

    Jorge, de un salto, se acomodó en su caballo, se santiguó, se encomendó a Dios, enristró su lanza, y, haciéndola vibrar en el aire y espoleando a su cabalgadura, se dirigió hacia la bestia a toda carrera, y cuando la tuvo a su alcance hundió en su cuerpo el arma y la hirió. Acto seguido echó pie a tierra y dijo a la joven, quítate el cinturón y sujeta con él al monstruo por el pescuezo, no temas, haz lo que te digo.

    Una vez que la joven hubo amarrado al dragón de la manera que Jorge le dijo, tomó el extremo del ceñidor como si fuera un ramal y comenzó a caminar hacia la ciudad llevando tras de sí al dragón que la seguía como si fuese un perrillo faldero. Cuando llegó a la puerta de la muralla, el público que allí estaba congregado, al ver que la doncella traía a la bestia, comenzó a huir hacia los montes dando gritos y diciendo...¡ay de nosotros! ¡ahora sí que pereceremos todos sin remedio!

    ¡No tengáis miedo!, les decía. Dios me ha traído hasta esta ciudad para libraros de este monstruo. ¡Creed en Cristo y bautizaos! ¡Ya veréis cómo yo mato a esta bestia en cuanto todos hayáis recibido el bautismo!

    Rey y pueblo se convirtieron y, cuando todos los habitantes de la ciudad hubieron recibido el bautismo San Jorge, en presencia de la multitud, desenvainó su espada y con ella dio muerte al dragón, cuyo cuerpo, arrastrado por cuatro parejas de bueyes, fue sacado de la población amurallada y llevado hasta un campo muy extenso que había a considerable distancia.

    El rey, hizo construir una iglesia enorme, dedicada a Santa María y a San Jorge.

 

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