Hace muchisimo tiempo, el universo estaba habitado sólo por el gran Kooch. Siempre había estado rodeado de tinieblas. Con tanta soledad le nació una tristeza tremenda y con la pena le brotó el llanto, lloró y lloró y las lágrimas fueron tan abundantes que formaron el mar de nuestro planeta Cuando se tranquilizó y vió su creación de aguas saladas, le gustó su presencia y le puso por nombre Arrok.

    ...Ya no se sentía tan solo y suspiró, de cada suspiro surgió el viento cálido y húmedo del norte, el viento fresco y suave del sur, la ligera brisa del este y el impetuoso ventarrón del oeste.

    Y...¿ la oscuridad?, necesitaba algo para remediarla... alzó su brazo y lo dejó caer, ¡la dividió!. Enseguida una luz iluminó la extension del universo y las tinieblas desaparecieron...era el sol brillando en todo su esplendor.

    Kooch estaba feliz, pero surgieron las nubes, creadas por los rayos del sol, al acariciar el agua de Arrok . Las nubes bailaban abrazadas al viento pero el sol estaba celoso, quería ser él el centro del mundo y quería que las nubes volvieran al agua, y las transformaba en lluvía, ellas luchaban por vivir y aparecieron los truenos y relámpagos...desde entonces, pelean y cada cierto tiempo las nubes se apoderan del cielo y el sol debe luchar duramente para brillar de nuevo sobre la tierra.

    Kooch ya no estaba solo...¡había tanto que mirar!...pero...y... ¿la noche?...¡que sola!, aún reinaba la oscuridad y decidió plantar allí a las estrellas y la luna. Las creó para que lucieran bellas en el oscuro manto nocturno, así miras hacia arriba y quedas embelesada con su resplandor tembloroso lleno de luz.

    Ahora todo iba mejor, divisó a las tribus humanas, iban trashumantes con sus familias y su ganado, y rió con ganas, siiií, rió con fuerza porque tenía compañía, y ésta crecía y crecía y su pena...¿su pena?...¡su pena ya no existía!.

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Es un relato de los habitantes de la Patagonia, al sur de Chile.

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( Silvana, es para tí, eres una de las estrellas creadas por Kooch...¡brillas!).